sábado, 3 de abril de 2010

Berlín, me gustas cuando callas, porque estás como ausente...

Quizá ésta sea una de las cosas que más me sorprendieran de la antigua capital prusiana, su tranquilidad, a pesar de ser una de las ciudades europeas en las que la actividad artística se mueve con  más libertad. Puedes ver a gente bebiendo en el metro o en el cine. El centro puede aparecer lleno de obras, y aún así no oirás un molesto cláxon fuera de tono, y descubrirás, sorprendido, que hasta las máquinas parecen educadas en eso de no ser ruidosas...

Boceto en la cafetería del aeropuerto, Schönefeld, en el que no se oía ni el murmullo de la cafetera...


Todo guarda un orden, aunque en la superficie parezca que la gente en bicicleta se está jugando la vida entre el tráfico, no es así, cada uno sabe por dónde tiene que ir, y da cierta envidia, la verdad.


Paseos interminables, árboles, bancos, gente paseando, más bicicletas...


Brandenburger Tor, generación X incluída.

Boceto de la puerta que años atrás separase los dos Berlines. Hoy es símbolo reconciliador entre ambas partes.

Otro símbolo de la ciudad. Vitrinism and visual merchandising en estado puro.


El Fernsehturm, antigua torre de televisión durante la época de la RDA, imagen que te persigue por toda la ciudad, con sus 368 metros de altura, uno de los edificios más altos de europa.


Chekpoint Charlie, famoso paso fronterizo, donde hoy se unen los barrios Mitte y Kreuzberg.

Citröen Ds, el tiburón, catalogado entre los mejores diseños del siglo XX, atravesando este punto, seguramente conducido por algún diplomático o alto cargo de la época, bueno, por su chófer.



La Berliner Philharmonie, 1963, de Hans Scharoun, considerada su obra cumbre y una de las salas de conciertos más importantes del mundo, por su acústica, el flujo de circulación que se da en el interior, su manera de llevarte a través los espacios.


Dentro del mismo Kultuforum, la Neue National Gallery, de Mies Van Der Rohe, parece esperar, imponente. Su construcción, en un año como 1968, supuso un impulso cultural para una ciudad que parecía perdida, entre antiguas costumbres prusianas y sin apenas clase media intelectual.


Denkmal für die ermordeten Juden Europas, 2005, Peter Eisenman. Monumento en memoria de las más de seis millones de víctimas judías en Europa, durante el Holocausto. Son 2.711 bloques, repartidos en 19.000 metros cuadrados de terreno, cerca de la Puerta de Brandenburgo. Eisenman quiso que su obra hablase por sí misma, sin más, auque tuvo que aceptar reducir el número de bloques y colocar un centro de información en los subterráneos del monumento.
Los estrechos pasillos que se crean entre los bloques, la diferencia de nivel sobre el terreno, los volúmenes alineados, grises, sin diferencia aparente, hacen que puedas sentir por un momento la ausencia de dignidad, el trato inhumano, la soledad, lo absurdo.


El Reichstag, coronado por la cúpula de Norman Foster, 1999. El arquitecto quiso que la misma quedase abierta, como símbolo de que lo que se hablara en el interior del edificio pudiera llegar al pueblo. Utopías aparte, esta cúpula de vidrio y acero es ejemplo de arquitectura sustentable, por su sistema de iluminación y ventilación, y con sus 360º de vistas hacia Berlín, museo viviente de la ciudad.


Esta foto se llama, ¿Es que nadie más ve la diferencia entre este mobiliario urbano y el de polipropileno con publicidad de refrescos?




 
Dicen que es una ciudad dentro de la ciudad. Que la complejidad del proyecto hizo muy difícil su construcción. Paseando por la ribera del Spree, la Embajada de los Países Bajos, premio Mies Van Der Rohe 2005, de Rem Koolhaas y Ellen Van Loon (OMA). Sorprende, pese a su apariencia, que se integre tan bien en el entorno, se comunica con él. Está frente al río, y el reflejo de la luz en sus vidrios hacen que evoque los canales holandeses.
http://www.niederlandeweb.de/de/content/Berlin/Neubau/rundgang/



Jüdisches Museum, obra de Daniel Libeskind, 1999. Quiere provocar un sentimiento de vacío, el mismo que dejaron los judíos en Berlín. La verdad es que logra hacer cuanto menos que te estremezcas, cuando ves asomar su armazón metálico entre los árboles de Lindenstrasse. La zona de exposición tiene planta en forma de rayo, planos que cortan el espacio de manera asimétrica y vigas imposibles. La recepción, la tienda y el restaurante, se ubican en un edificio contiguo, de planta en forma de U, con un atrio central acristalado, desde donde puedes ver el jardín.




 

Bueno, esto ha sido mi Berlín, lo que yo he visto y la percepción que he tenido de la ciudad en mi primera toma de contacto. Oranienburger, Café Zapata, Estudio 54, Ramones Museum, los mercados, los capuccinos, las galerías de arte punkies, las tiendas retro salidas de un "retrospecter", Berliner Mauer East Side Gallery, la vida nocturna, el maldito agua con gas y las cervezas mientras ves una peli en versión original o vas en el metro, son otra entrada...






5 comentarios:

Anónimo dijo...

Está muy bien, sobre todo me da envidia el tema de poder ir en bicicleta tranquilamente a cualquier parte, y si, tienes razón, las sillas de polipropileno dan asco.
En general el ambiente que se respira es envidiable, y creo que en este país podríamos adoptar ciertas costumbres que mejorarían nuestra calidad de vida.
Me gusta Berlin!!!!

anita dijo...

Especiedecosa que fotos tan bonitas y expresivas, eres toda una artista. Que envidia de ciudad y de civismo...

te echamos de menos por la escuela...vuelveee jejeje
muchos besos

trivitown dijo...

oye que te quería comentar, que me ha dicho mi madre,
que para llegar lejos no hay que tener miedo ni pereza.no sabe ni na! un besote willy fog

especiedecosa dijo...

Vaya, pues me pillan ambas...
El otro día leí que la diferencia entre el turista y el viajero está en que mientras el primero sabe la fecha de salida y de regreso, el viajero sabe sólo cuándo partirá. Ahí dejo eso.

especiedecosa dijo...

Anitaaaaaaaaa!!!